El rasgo definitorio y genuino del
movimiento ciudadano es la intervención en el país o, si se prefiere y para ser más precisos, en los procesos de constitución, configuración y funcionamiento del país. El
movimiento ciudadano participa y contribuye de manera decisiva a hacer ciudad y a hacer democracia. Son el haz y el envés, como las dos caras indisolublemente unidas de la misma moneda. Es importante destacar que los
movimientos ciudadanos no están directamente relacionados con partidos políticos ni tienen fines lucrativos. Además, en la época de la globalización, muchos
movimientos ciudadanos ya no realizan sus actividades solamente en su país, sino que muchas veces actúan en el ámbito internacional.
(adaptado de Favreau, L.,
Movimiento ciudadano internacional, alternativas económicas y desarrollo social, 2003 y de Pérez, V.,
Hacer ciudad-hacer democracia: las dos caras del movimiento ciudadano, Chaire de recherche du Canada en développement des collectivités, 2005, consultado el 15-11-2010)