«El
trabajador de una cooperativa, que en algunas ocasiones también es socio de ella, está llamado a actitudes y comportamientos en su empresa, más exigentes que en cualquiera otra.
[…] El
trabajador de la cooperativa, como contacto directo y real de su empresa con el asociado-cliente, tiene que proveerse de una formación exageradamente cuidadosa en los valores éticos de la solidaridad, de la comprensión, de la benevolencia, y en valores humanos de cortesía, tacto, inteligencia en la relación con el asociado».
(Saldarriaga, H.,
Trabajadores de cooperativas, actitudes imperdonables, consultado el 24-10-2008)