«La globalización produce fuertes tensiones cuando las sociedades compiten para mantenerse a la altura del cambio económico, y es razonable pensar que debería haber conexiones entre la liberalización del comercio y las normas sobre cómo esperan los Gobiernos que se trate a sus ciudadanos. Más adelante, la OMC puede convertirse no sólo en defensora de la libertad económica, sino de la libertad humana en general. Por ejemplo, China y otros países han sido acusados de utilizar lo que se puede denominar
mano de obra esclava; no hay justificación moral ni económica que explique por qué cabría esperar que los trabajadores libres compitieran con esclavos».
(Fukuyama, F.,
Un reto para la izquierda, Universidad de Granada, 1999, consultado el 07-01-2011)