Características del trabajador precario
El concepto de precariedad tiene un origen europeo y fue acuñado por la Organización Internacional del Trabajo en los inicios de la década de los ochenta, ampliándose a través de cinco vertientes o dimensiones fundamentales con el pasar de los años:
- Discontinuidad temporal: empleos a corto plazo (contratos a tiempo parcial, sobre la base de proyectos, de aprendizaje, de formación, de colaboración ocasional, etc.), a tiempo determinado (como norma general), desempleo intermitente, frecuente, no previsible y contingente, etc.
- Incapacidad de control: bajo o nulo poder contractual (tanto individual como colectivo) por parte del trabajador flexible, disponibilidad permanente y abusiva, alta incertidumbre de la renovación contractual, arbitrariedad decisional de la patronal, economía sumergida o informal, subempleo o falta de cualquier tipo de formalización legal de la relación de trabajo, etc.
- Difíciles condiciones de trabajo: elevada rutina para tareas de baja calificación, insuficiente formación, alto riesgo de accidentes laborales, mucho estrés físico y mental, dependencia formal, gestión de turnos con escaso preaviso y sin consultar al trabajador, discrecionalidad empresarial y desregulación, discriminación de género, explotación de los trabajadores inmigrantes.
- Falta de tutelas sociales y ningún respecto de derechos sindicales: ningún derecho a las cotizaciones de jubilación, insuficiente cobertura medico-sanitaria, trabajo festivo y dominical, trato arbitrario (por lo que se refiere a pagos y permisos temporales para la baja) por períodos de maternidad o motivos de estudio, etc.
- Salarios extremadamente inconsistentes: salarios muy bajos, inadecuados por la calidad y la cantidad de las tareas cumplidas, ningún tipo de premio de producción, acentuada irregularidad e imprevisibilidad de los pagos, etc.
Otra característica clave de la condición de un
trabajador precario, y en general del nuevo mercado de trabajo flexible, es el progresivo proceso de individualización de las carreras laborales. La misma identidad laboral se convierte en un trayecto profesional nunca concluido y siempre "abierto": se trata de un bricolaje complejo de experiencias ocasionales, que difieren de trabajador a trabajador, donde siempre se tiene que re-planear el sentido de las cosas y la coherencia entre compromisos y deseos.
(adaptado de Gentile, A.,
Trayectorias de vulnerabilidad social, Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, consultado el 08-11-2010)